jueves, 21 de febrero de 2019

Isaac Newton: ”Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”.

Isaac Newton:  ”Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”.

Newton fue el primero en demostrar que las leyes naturales que gobiernan el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes son las mismas. Es, a menudo, calificado como el científico más grande de todos los tiempos, y su obra como la culminación de la revolución científica. El matemático y físico Joseph Louis Lagrange (1736-1813), dijo que «Newton fue el más grande genio que ha existido y también el más afortunado, dado que solo se puede encontrar una vez un sistema que rija el mundo».

Desde finales de 1664 trabajó intensamente en diferentes problemas matemáticos. Abordó entonces el teorema del binomio, a partir de los trabajos de John Wallis, y desarrolló un método propio denominado cálculo de fluxiones. Poco después regresó a la granja familiar a causa de una epidemia de peste bubónica.

Retirado con su familia entre 1665 y 1666, conoció un período muy intenso de descubrimientos, entre los que destaca la ley del inverso del cuadrado de la distancia en la gravitación, su desarrollo de las bases de la mecánica clásica, la formalización del método de fluxiones y la generalización del teorema del binomio, poniendo además de manifiesto la naturaleza física de los colores. Sin embargo, guardó silencio durante mucho tiempo sobre sus descubrimientos ante el temor a las críticas y al robo de sus ideas. En 1667 reanudó sus estudios en la Universidad de Cambridge.

De 1667 a 1670 emprendió investigaciones sobre óptica y fue elegido fellow del Trinity College. En 1669, su mentor, Isaac Barrow, renunció a su Cátedra Lucasiana de matemática, puesto en el que Newton le sucedería hasta 1696. El mismo año envió a John Collins, por medio de Barrow, su Analysis per aequationes número terminorum infinitos. Para Newton, este manuscrito representa la introducción a un potente método general, que desarrollaría más tarde: su cálculo diferencial e integral.

El cálculo diferencial es una parte del análisis matemático que consiste en el estudio de cómo cambian las funciones cuando sus variables cambian. El principal objeto de estudio en el cálculo diferencial es la derivada.
El cálculo integral, encuadrado en el cálculo infinitesimal, es una rama de las matemáticas en el proceso de integración o antiderivación. Es muy común en la ingeniería y en la ciencia; se utiliza principalmente para el cálculo de áreas y volúmenes de regiones y sólidos de revolución.
Fue usado por primera vez por científicos como Arquímedes, René Descartes, Isaac Newton, Gottfried Leibniz e Isaac Barrow. Los trabajos de este último y los aportes de Newton generaron el teorema fundamental del cálculo integral, que propone que la derivación y la integración son procesos inversos

viernes, 25 de noviembre de 2011

Minicurso gratuito

El miercoles 30 de noviembre iniciamos un minicurso gratuito de Introducción a la Sociología vía e-mail. Los interesados pueden inscribirse mandando un e-mail a estudiosociología@gmail.com indicando curso en el asunto y recibirán en su buzón todos los miércoles valiosa información

martes, 26 de abril de 2011

¿PUEDE LA SOCIOLOGÍA HACER OTRA COSA QUE NO SEA AVANZAR?

Iván Sáez Sancho

Profesor de Creatividad Publicitaria en la Universidad San Jorge (Zaragoza)
1 prismasocial - Nº 1 | diciembre 2008 | revista de ciencias sociales 1

Resumen
En el presente artículo se realiza un breve repaso por la historia de la Sociología, indicando las principales aportaciones de cada autor desde el surgimiento de la misma hasta nuestros días, desde la Sociología clásica hasta la nueva sociología. Para la elaboración del mismo, se ha llevado a cabo un trabajo de revisión bibliográfica de los principales autores y un análisis de los datos obtenidos acerca de la colocación laboral de las personas recién licenciadas en esta ciencia.
El artículo termina con un listado de los problemas actuales de esta ciencia y con la exposición de la situación laboral real de las personas licenciadas en Sociología, culminando con la opinión del autor.

1. Introducción

El presente artículo hace un repaso por la historia de la Sociología, resaltando las principales aportaciones de los distintos autores. Además de incidir en la problemática definitoria de la misma, se plantean las reales salidas profesionales de las personas licenciadas (graduadas) en Sociología y los problemas a los que se enfrenta hoy en día dicha ciencia. Para aquellas personas que no conozcan esta ciencia deseo que les sirva de incentivo para leer a los principales sociólogos, para las personas versadas en esta materia, espero que les sirva de recuerdo de todas aquellas clases en la universidad donde trabajaron dichos temas. Parece que fue ayer cuando uno estaba en clase escuchando las principales aportaciones de estos estudiosos.

2. Contenido

Cuando a una/o le piden que escriba un artículo sobre la nueva Sociología, es necesario echar la vista atrás y ver qué fue la "antigua" y cuáles son las causas por las que se ha desarrollado la nueva. Me surgen varias dudas respecto a si son tan diferentes como para que se denominen de manera distinta o si es necesario que una deje de existir para que nazca la otra. Para aclarar todo esto es preciso empezar por el principio.

¿Qué es la Sociología? Nos han preguntado en numerosas ocasiones al señalar la carrera que estábamos estudiando. La respuesta es difícil incluso para nosotras/os, las/os profesionales de la misma. Lo primero que podemos decir es que es una ciencia que estudia la sociedad. La respuesta en sí no está mal, pero tampoco dice nada que aclare algo a la persona que ha realizado la pregunta.

Buscando una definición algo más completa, puedes hallar respuestas tales como la sociología es la ciencia que trata de la estructura y funcionamiento de las sociedades humanas (RAE) o la sociología es la ciencia que estudia el desarrollo, la estructura y la función de la sociedad. Además, la sociología se basa en la idea de que los seres humanos no actúan de acuerdo a sus propias decisiones individuales sino bajo influencias culturales e históricas y según los deseos y expectativas de la comunidad en la que viven (ENCARTA).

La primera vez que un/a estudiante de sociología escucha que los seres humanos no actuamos de acuerdo a decisiones individuales, sino que estamos sometidos a otras influencias, pensamos que no es posible, que todas las decisiones que tomamos a lo largo del día (desde elegir la ropa que nos ponemos hasta la persona con la que dormimos, si es que dormimos con alguna) son únicamente producto de nuestra elección soberana. Durante la carrera (ahora grado) son numerosas las ocasiones en que a una/o le demuestran que es así. No abordaré más el tema, dejando a la persona que lea el artículo esta idea en la mente.

Retomando con la historia de la Sociología es preciso recalcar algunos aspectos ya conocidos1:

- La reflexión sobre la vida social es anterior a la aparición de la disciplina científica que hoy llamamos sociología. Ésta se remonta a la cultura griega, cuando Tucídides, Platón o Aristóteles debatían sobre lo que debía ser una buena sociedad. Estas ideas pasaron por Roma y la Edad Media, siendo larga la serie de filósofos que centraban sus pensamientos en cuál podía ser la mejor organización social y del poder.

- La Sociología nació tras un tiempo de grandes cambios y transformaciones, tras la Revolución Industrial y la Revolución Francesa. Es en este punto donde nace la Sociología con el objetivo de explicar las conmociones vividas en ese momento. No hay que olvidar que su nacimiento se debió a que la filosofía social, la ciencia política y la economía eran incapaces de explicar dichas transformaciones.

- El primer nombre propio que podemos destacar es el de Auguste Comte (1789-1857), por ser el primero en acuñar el término sociología. No son pocos los historiadores y sociólogos que le tachan de plagiar a Claude Herni Saint Simon (1760-1825), tarea que pudo resultar sencilla sabiendo que Comte era el secretario de Saint Simon. Comte dividió la historia en tres etapas (teológica, metafísica y positiva) y les asignó a cada una de ellas un tipo de conocimiento y una función.

- El siguiente sociólogo que aparece fue Herbert Spencer (1820-1903), el cual estaba muy influido por Comte, pero sobre todo por Darwin y el origen de la especies. Su planteamiento se basaba en la superioridad de ciertas sociedades y razas (la blanca) sobre el resto. Es necesario destacar la enorme difusión de sus ideas durante décadas.

- Otro reconocido autor, en este caso, alemán, fue Immanuel Kant (1724-1804), el cual había distinguido entre una razón práctica (aplicable a los fenómenos sociales) y una razón pura (aplicable a los fenómenos culturales e históricos).

- Llegó el momento de repasar a los clásicos, empezando por Karl Marx (1818-1883). Lo primero que hay que destacar es que tuvo cerca a un compañero de viajes especial, Friedrich Engels, con quien escribiría numerosas obras y de quien tuvo que apoyarse económicamente durante toda su vida. De Marx podemos decir que fue un estudioso del proceso de formación de la nueva sociedad capitalista. Además, es imprescindible destacar términos como superestructura, infraestructura, materialismo histórico, propietario-proletario, modo de producción, clases sociales y lucha de clases entre otros.

- El segundo clásico de esta ciencia es Emile Durkheim (1859-1917), quien fue el primer profesor universitario de sociología de Francia. Le preocupaban dos temas: crear leyes y explicaciones científicas y solucionar los problemas sociales. Además, es imprescindible destacar sus aportaciones con reflexiones acerca de un hecho social, la división del trabajo social y el suicidio.

- El tercer clásico es Max Weber (1864-1920). Su pensamiento es contrario al de Durkheim, ya que parte de la intencionalidad del individuo. Weber se oponía al pensamiento positivista de que un efecto sigue a una causa, ya que pueden ser otras las causas del mismo. En sus obras más brillantes, analiza la formación del capitalismo y la ética protestante y la jaula de hierro de la burocracia.

- George Simmel (1858-1928) fue un autor atípico debido a los temas que trataba, tales como el asa de las tazas, la puerta, el secreto o la coquetería. Todo ello, le trajo no pocas críticas.

- Wilfredo Pareto (1848-1923) se centró en la distinción de la acción humana entre lo lógico, no lógico o a-lógico. Además, planteó su teoría de la circulación de las élites, basada en la división social de élite y masa a lo largo de toda la historia.

- La teoría crítica de la Escuela de Frankfurt destacó por la utilización sistemática de todas las ciencias sociales y su incorporación creativa dentro de las ideas de Marx. Además, fueron los primeros marxistas en ocupar posiciones relevantes dentro del mundo académico. Los autores que conforman este grupo son Max Horkheimer (1895-1974), Theodor Wiesengrund Adorno (1903-1972), Herbert Marcuse (1898-1979), Walter Benjamin (1892-1940) y Jürgen Habermas (aunque según muchos autores, él está alejado de ella, en cualquier caso, será tratado en un apartado distinto). Su reflexión se centró en la crítica sistemática al positivismo, en lo que ellos denominaban como industria cultural. Por todo ello, la difusión de sus obras y pensamientos alcanzó cotas muy altas.

- La Escuela de Chicago estuvo formada por sacerdotes o hijos de estos sin la formación especializada de otros autores, por lo que es habitual encontrar en sus formulaciones mayor énfasis en las reformas sociales que rigor científico. Además, del interés teórico, se preocuparon por buscar casos empíricos que confirmaran sus reflexiones (por ejemplo con el campesino polaco). Destacan William Thomas (1863-1948) y Florean Znaniecki (1882-1958).

- El funcionalismo fue la escuela sociológica que mejor capturó la nueva etapa de las sociedades industriales tras la Segunda Guerra Mundial. El funcionalismo ve a la sociedad como una red de grupos que funcionan y cooperan entre sí de manera ordenada, debido a que todos comparten los mismos valores, reglas y pautas de conducta. En esta escuela destaca Talcott Parsons (1902-1979) con su reflexión acerca de la manera de mantener un orden social, consolidando para ello un sistema cultural que potenciara la cooperación entre las personas. Con ello, sitúa en el primer puesto de la jerarquía, no a la economía, ni a la política, sino al sistema cultural.

- Tras el periodo de máximo crecimiento de la Sociología de la mano del funcionalismo, vino su decadencia. Uno de los críticos más destacados fu Charles Wrigth Mills (1916-1962), quien criticó, además del funcionalismo, a las élites del poder. Otro crítico al respecto fue Alvin Gouldner (1920-1980), quien realizó un análisis sociológico de la Sociología, planteando la necesidad de superar al funcionalismo y dibujando a la sociología como un animal contradictorio, ya que es a la vez liberadora y represiva.

- Otro autor destacado fue Ervin Goffman (1922-1982), por su aportación referida a la visión de la vida como una continua representación de cada person

La construcción social de la realidad

Por: Diane Alméras, Universidad de Chile, Cyber 19 #1

La construcción social de la realidad

Al respecto, Peter Berger y Thomas Luckmann (1968) plantean la pregunta. "¿Cómo es posible que los significativos subjetivos se vuelvan facticidades objetivas?" como la cuestión central de la teoría sociológica, incluyendo en el mundo de las cosas a los universos simbólicos, es decir a los procesos de significación que se refieren a realidades que no son las de la experiencia cotidiana. Para ellos, "el universo simbólico se concibe como la matriz de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales (mientras) toda la sociedad histórica y la biografía de un individuo se ven como hechos que ocurren dentro de ese universo. Lo que tiene particular importancia es que las situaciones marginales de la vida del individuo (marginales porque no se incluyen en la realidad de la existencia cotidiana en la sociedad) también entran dentro del universo simbólico" (p.125). Son productos sociales que tienen una historia y para entender su significado "es preciso entender la historia de su producción".

Asimismo, los universos simbólicos aportan al orden institucional porqué las experiencias que corresponden a las esferas diferentes de la realidad - desde la experiencia biográfica hasta las instituciones sociales - "se integran por incorporación al mismo universo de significado que se extiende sobre ellas. Por ejemplo, el universo simbólico determina la significación de los sueños dentro de la realidad de la vida cotidiana, que reestablece a cada momento la situación prominente de esta última y mitiga el impacto que acompaña el paso de una realidad a otra. Las áreas de conocimiento que de otra manera seguirían siendo reductos ininteligibles dentro de la realidad de la vida cotidiana, se ordenan así en una jerarquía de realidades, e ipso facto se vuelven inteligibles y menos aterradoras" (p.127). Así, los universos simbólicos tienen una función nómica, ordenadora, ofreciendo a los sujetos "el más alto nivel de integración a los significados discrepantes dentro de la vida cotidiana en la sociedad" (p.128).

Los autores exploran también el problema de la transmisión de un universo simbólico de una generación a otra, y cómo este problema intrínseco a la transmisión de toda tradición se acentúa si algunos grupos sociales llegan a compartir versiones divergentes del universo simbólico. En este caso, "la versión que se desvía queda estereotipada en una realidad por derecho propio, la que, por existir dentro de la sociedad, desafía el status de la realidad del universo simbólico tal como se constituyó originariamente. El grupo que ha objetivado esta realidad divergente se convierte en portador de una definición de la realidad que constituye una alternativa" y plantea "no solo una amenaza teórica para el universo simbólico, sino también una amenaza práctica para el orden institucional legitimado por el universo simbólico en cuestión" (p.137), amenaza que justamente quiere evitar la exclusión de la memoria de las mujeres.

Los significados del imaginario y la constitución de la sociedad

El hecho que la función imaginaria haya generado tanto interés en distintas corrientes de las ciencias 3 sociales en el último siglo es sólo un ejemplo más de la "coherencia misteriosa" que une "el incalculable número de gestos, actos, pensamientos y comportamientos individuales y colectivos que forma una sociedad" - y constituye el objeto de estudio de dichas ciencias. Entre todas las propuestas explicativas que se presentan, los trabajos de Cornelius Castoriadis se distinguen por el lugar central que dan a la imaginación en la constitución de la sociedad y por el rigor de la demostración, la cual se apoya sobre una primera distinción entre la Imaginación radical identificada como función creativa/productiva y el imaginario concebido como repertorio de las imágenes vigentes en la consciencia/inconsciencia colectiva.

En La Institución imaginaria de la sociedad, Castoriadis afirma la unidad de la sociedad como institución global y demuestra que esta unidad refleja la cohesión interna de la red inmensamente compleja de significados que permea, orienta, y dirige la vida de la sociedad tanto como aquella de los individuos concretos que la integren. El llama esta red de significados el "magma" de significados sociales imaginarios, los que además de ser llevados por la sociedad, están encarnados en sus instituciones y le dan vida.

Castoriadis define la psique y la sociedad como polos irreductibles y demuestra que la monada psicológica original no puede por sí sola producir significación social. Explica que es por la creación de significados sociales imaginarios, los que no pueden ser deducidos de procesos racionales o naturales, que la sociedad se instituye a sí misma - aún cuando de manera inconsciente y sin poder reconocerlo. Ejemplos de estos significados son Dios, la ciudadanía - y sus diferencias según que se trata de aquella de las mujeres o de los hombres -, el estado, el partido político, el capital, los tabús, etc. También son significados sociales imaginarios, los conceptos de hombre y mujer por el hecho de ser específicos a cada sociedad, más allá de su anatomía y de sus definiciones biológicas.

El imaginario social tal como concebido por Castoriadis no es la representación de ningún objeto o sujeto. Es la incesante y esencialmente indeterminada creación socio-histórica y psíquica de figuras, formas e imágenes que proveen contenidos significativos y lo entretejen en las estructuras simbólicas de la sociedad. No se trata de contenidos reales o racionales que adquieren una vida autónoma sino más bien de contenidos presentes desde el inicio y que constituyen la historia misma, sugiriendo la necesidad de reexaminar en este marco la historia de nuestras civilizaciones humanas. Así, escribir la historia de cualquier imaginario social sin el aporte de la memoria de las mujeres correspondería a mutilarla sin remedio. Por ejemplo, como entender la evolución de nuestras sociedades sin los contenidos significativos desarrollados en el mundo privado adjudicado a las mujeres? Quien podría entender las estructuras simbólicas y las instituciones de nuestras sociedades con el único aporte de las imágenes del mundo público históricamente dominado por los hombres?

Aún cuando no pretende implicar que las instituciones pueden ser entendidas simplemente como redes simbólicas en desmedro de sus otras funciones, Castoriadis examina las relaciones entre instituciones y orden simbólico y cuestiona las razones por las cuales se encuentra involucrado un determinado sistema de símbolos y no otro. Así, las instituciones tanto como el lenguaje, los valores, las necesidades y el trabajo participan en cada sociedad a especificar la organización del mundo y del mundo social, la cual se relaciona a los significados sociales imaginarios institucionalizados por esta misma sociedad. La realidad de una sociedad dada se constituye por medio de la sinergia entre lo que tiene valor y lo que no tiene, entre lo que es y lo posible que no pudo ser, incluyendo a lo falso y a lo ficticio. La memoria individual y colectiva de las mujeres está presente en todos estos esquemas de significación, transformando la realidad de nuestras sociedades y de sus instituciones independientemente de su presencia o de su ausencia en los registros históricos.

Las variaciones en la articulación de las imágenes presentes en el imaginario lleva a la formación de un segundo orden (second-order) de instituciones y de significaciones, las que a su vez sostienen la institucionalización de un conjunto central de significaciones de la sociedad sin el cual no podrían existir (Castoriadis, 1998:371). Así, la división sexual del trabajo es una institución de segundo orden relacionada con el imaginario patriarcal y sin la cual no habría patriarcado. El funcionamiento y la continuidad de la sociedad como sociedad instituida están asegurados por medio de estas instituciones de segundo orden, las que generan una proliferación de instituciones y significaciones derivadas - vale decir las instituciones tales como las conocemos en la vida diaria.

La observación de la evolución de estas instituciones derivadas da cuenta en las últimas décadas de la creciente incorporación de la memoria de las mujeres en el imaginario de nuestras sociedades - impulsada por el movimiento de mujeres y los estudios de género -, la que se expresa por medio de la creación de una red de instituciones orientadas hacia el fomento de la igualdad de las mujeres (como el Servicio Nacional de la Mujer, la Ley contra la violencia sexual o la Campaña de las Sonrisas de Mujeres), generadas por una institución de segundo orden, el feminismo, cuya expansión en todas las sociedades del mundo representa la emergencia de un nuevo conjunto de significaciones en el imaginario social de la humanidad: la igualdad de género.

BIBLIOGRAFIA
Berger, Peter L. y Thomas Luckmann, (1968), La construcción social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu Editores.

Biesanz, John y Mavis Biesanz, (1969), Introduction to Sociology, Prentice-Hall Sociology Series, Prentice-Hall Inc., Englewood Cliffs, New Jersey.

Castoriadis, Cornelius, (1998), The Imaginary Institution of Society, Cambridge (Massachusetts), The MIT Press (primera publicación en 1975).

Durkheim, Emile, (1968), Les formes élémentaires de la vie religieuse. Le système totémique en Australie, Bibliothèque de philosophie contemporaine, París, Presses Universitaires de France (primera publicación en 1912).

Habermas, J, (1989a), Teoría de la Acción Comunicativa, Vol. I, Taurus, Madrid, Introducción, (pp. 15-43 y pp.110-147).

Mannheim, Karl, (1987), Ideología y Utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, México, Fondo de Cultura Económica (primera edición en alemán, 1936).

Lecturas en torno al concepto de imaginario

Por: Diane Alméras, Universidad de Chile, Cyber 19 #1

El concepto de conciencia colectiva

Es sin duda parte del papel fundante de la sociología moderna jugado por Emile Durkheim integra en el concepto de conciencia colectiva la explicación de los fenómenos sociales de más alto nivel de abstracción, estableciendo la existencia de la sociedad en la medida que está "representada en las mentes de los individuos". El esfuerzo de elaboración teórica de este fenómeno por Durkheim dio el impulso al desarrollo de la idea de imaginario social en ciencias sociales y a la construcción de un cierto acervo de saber, consolidado en las dos últimas décadas por la conceptualización de la institución imaginaria de la sociedad elaborada por Castoriadis.

En Las Formas Elementales de la Vida Religiosa (1912), Durkheim desarrolla la hipótesis de la dualidad de la conciencia, identificando por una parte estados personales que se explican enteramente por la naturaleza psíquica del individuo, y por la otra categorías de representaciones que son esencialmente colectivas y traducen ante todo estados de la colectividad que dependen de cómo ésta está constituida y organizada - su morfología, instituciones religiosas, morales, económicas, etc. Existe entre estas dos especies de conciencia toda la distancia que separe el individual de lo social y la segunda no se puede derivar de la primera, de la misma manera que no se puede deducir la sociedad del individuo. Al inverso, las representaciones colectivas impregnan la conciencia individual y añaden contenidos a sus representaciones.

Según Durkheim, esta penetración de la fuerza colectiva en los individuos es además un factor necesario a la organización de la sociedad por el hecho que ésta existe esencialmente a dentro de las conciencias individuales y gracias a ellas. La sociedad se hace así parte integrante de las personas y les entrega un flujo de energía externo que se manifiesta de distintas maneras. A pesar de está "comunión", las conciencias individuales están cerradas las unas a las otras y no pueden comunicar sino por medio de signos externos que traduzcan sus estados interiores. Para que la fusión de estos sentimientos particulares pueda producir un sentimiento común, es necesario que los signos manifestados se fundan a su vez en una sola y única resultante. Es la aparición de este resultante que advierte los individuos del unísono de su conciencia moral. Así, las representaciones colectivas suponen la presencia de conciencias individuales que actúan y reaccionan las unas sobre las otras, pero estas mismas acciones y reacciones no serían posibles sin intermediarios materiales que simbolizan los movimientos que representan. Luego, es la homogeneidad de estos movimientos y símbolos que da al grupo el sentimiento de existencia propia. Una vez establecida está homogeneidad en la conciencia colectiva, los movimientos que la han conformado toman una forma estereotipada y sirven a simbolizar las representaciones de la colectividad - por el simple hecho que han concurrido a formarlas.

He aquí otro ejemplo relatado por Amelia Valcárcel de cómo la exclusión de la memoria de las mujeres de la historia cambia el significado de las representaciones de la colectividad, lo cual nos da a su vez una demostración de cómo su recuperación devuelve el recuerdo de un movimiento que tiene el potencial de reforzar el sentimiento de existencia de las mujeres como grupo - lo que justamente querían evitar los opositores a la segunda ola del feminismo, el sufragismo, por temer que la vindicación de igualdad "podía prender y transformarse en una característica que volviera al todo social incontrolable" (Valcárcel, 2001:16). Así, la filósofa española se pregunta porqué la memoria emblemática de la humanidad hace recaer la intención de la lucha pacífica en el Mahatma Gandhi, cuando es el sufragismo quién el primero abandonó las formas normales de lucha ciudadana como atentados, incendios y barricadas, e innovó con manifestaciones pacíficas, interrupciones de oradores mediante preguntas sistemáticas, huelgas de hambre, autoencadenamientos y distribuciones de panfletos vindicativos.

El interaccionismo simbólico

Ahora bien, a la aclaración inicial de Durkheim del concepto de conciencia colectiva, se debe añadir la sistematización de la interacción humana como proceso social desarrollada por George Mead en su obra Mind, Self and Society (1934). Está tiene a su vez una influencia definitiva en la gestación del interaccionismo simbólico, él que se preocupará de la intrincada relación entre cultura, sociedad y personalidad.

Mead se interesó en los símbolos lingüísticos en la medida que median interacciones, modos de comportamientos y acciones de más de un individuo. En este sentido, su preocupación fundamental es la acción comunicativa donde, más allá de su función de entendimiento, el lenguaje juega el rol de coordinación de las actividades orientadas hacia fines de distintos sujetos, además de su rol de intermedio en la socialización de los mismos sujetos. Si para Mead "la sociedad humana tal como la conocemos no podría existir sin las mentes y los seres" (citado en Biesanz, 1969), él insiste además que las mentes racionales y seres conscientes emergen solamente en sociedad por ser el producto de la interacción social y especialmente de la comunicación simbólica por medio del lenguaje. Las cosas que existen en la naturaleza no son objetos hasta que sean descubiertas y nombradas, y cosas que no existen en la naturaleza pueden ser objetos si existen en la mente de los sujetos. En este sentido, la cultura de todo grupo social está constituida de su mundo de objetos significativos y la mente de cada persona está constituida de su mundo propio de objetos significativos.

Mirando a la memoria en la lupa de Mead, se puede ver que la exclusión de la historia no afecta a la memoria individual, porqué la mente de cada persona, de cada mujer, sigue constituida de sus objetos significativos propios. No así de la memoria colectiva. La exclusión, el encubrimiento aún parcial de la memoria colectiva de las mujeres empobrece la cultura del grupo al cual pertenecen por el hecho que reduce el mundo de objetos significativos que le conformen. Podríamos hasta decir que, siguiendo a Mead, perjudica la formación de las mentes individuales por el hecho que reduce los contenidos de la interacción social y de la comunicación simbólica.

El mundo de la vida

Sobre estos mismos fundamentos del interaccionismo simbólico, la fenomenología desarrolla el concepto de mundo de la vida, inicialmente acuñado por Edmund Husserl y profundizado luego por Albert Schutz y J%u0171rgen Habermas. En su intento de puesta al día crítica de la racionalidad moderna, la fenomenología se preocupa de la realidad cognitiva incorporada en los procesos subjetivos de la experiencia humana y busca encontrar las fundaciones del significado que se pueden encontrar en la conciencia. A partir de la observación de Husserl que todas las experiencias directas de los individuos tienen lugar en y a propósito de su "mundo de la vida", éste se define inicialmente como "el conjunto de las experiencias cotidianas y de las orientaciones y acciones por medio de las cuales los individuos persiguen sus intereses y asuntos, manipulando objetos, tratando con personas, concibiendo planes y llevándolos a cabo" (Schutz, 1970:14-15).

Esta definición alimenta una fuerte tentación de identificar el mundo de la vida con el saber de fondo transmitido culturalmente. En la Teoría de la acción comunicativa (1989), Habermas observa al respecto que una orientación culturalista restringe los procesos de reproducción del mundo de la vida a los aspectos de entendimiento y de tradición cultural y no integran los criterios de validez y de racionalidad que remiten a un acervo de saber compartido intersubjectivamente por la comunidad de comunicación, lo cual implican la susceptibilidad de crítica, correcciones, aprendizaje (Habermas, 1989a:37-38). Tomando en cuenta los procesos de diferenciación observados por Durkheim en la conciencia colectiva, Habermas entiende que los límites en el acervo de saber que restringen las prácticas comunicativas cotidianas pueden ampliarse a medida que los actores deben su entendimiento a sus propios esfuerzos de interpretación. Cómo Durkheim entiende este proceso de diferenciación como una separación de los componentes de la cultura, de la sociedad y de la personalidad por parte de los participantes, Habermas resuelve introducir e interpretar estas categorías como componentes estructurales del mundo de la vida, definiéndolas de la siguiente manera (1989b:196):

Cultura: El acervo de saber donde los participantes en la comunicación se abastecen de interpretaciones para entenderse sobre algo en el mundo;

Sociedad: El conjunto de ordenaciones legítimas a través de las cuales los participantes en la interacción regulan sus pertenencias a grupos sociales, asegurando con ello la solidaridad;

Personalidad: El conjunto de competencias que convierten a un sujeto en agente capaz de lenguaje y de acción, es decir de un agente habilitado para tomar parte en procesos de entendimiento y para afirmar en ellos su propia identidad.

Habermas articula estos componentes estructurales con las funciones fundamentales del lenguaje en la reproducción del mundo de la vida, las que identificó a partir de los trabajos de Mead: el aspecto funcional de entendimiento, el aspecto de coordinación de la acción y el aspecto de socialización.

MARX AL FONDO, AUNQUE NO SEA HOY "POLÍTICAMENTE CORRECTO"

Giddens, el gurú de la Tercera Vía

Giddens se ha instalado en el papel de intelectual orgánico, posición más cómoda para un pensador que aguantar el tirón desde fuera. Sin embargo, cinco lustros antes, caótico y valiente a la vez, se atrevió con un tabú para sabios de izquierda: analizar la estructura de clases sociales en ese momento de la historia, revisando a Marx.

No iba lógicamente a prescindir de Marx en semejante empeño, pero probablemente falla en la proyección de las teorías de Marx a la realidad de la sociedad de los setenta. Y eso que las cosas no habían cambiado tanto, ni siquiera hoy día han cambiado tanto. Están las realidades más ocultas, las que no quiere ver la sociedad avanzada. El crecimiento de la clase media, a costa de la integración de proletarios que no se asumen como tales a sí mismos, ha forzado la degeneración de una clase baja empobrecida y miserable, sin oportunidades. Hoy los obreros son menos vistosos, menos dramáticos, y las clases altas aparentemente menos aparentes, pero la explotación sigue siendo norma y el capital se sigue quedando la plusvalía.

Estaba entonces apuntándose y hoy se está llegando a una sociedad de clase media gracias a la nueva clase obrera, el proletariado de cuello blanco que ni siquiera se acepta a sí mismo como obrero.

EL ANÁLISIS CON MARX
Analicemos, en comparación con Marx, su estudio sobre las clases en las sociedades avanzadas. Asunto difícil por la ambigüedad en la que el autor se mueve.

Dice Giddens que el empleo del término clase en Marx plantea un problema, dado que no proporciona una tesis formal del concepto. Para dar una definición satisfactoria establece una distinción entre tres conjuntos de factores que, desde su punto de vista, dificultan el estudio de este concepto en la filosofía marxiana. De éstos, al que menor importancia otorga es al primero, que habla de la terminología, aludiendo a la variabilidad del empleo de la palabra clase en Marx.
En segundo lugar trata el hecho de que existen dos construcciones conceptuales en relación con la noción de clase, uno que se aplica a todos los modelos de sistemas clasistas, que sería el modelo "puro o de dominación de clase", y otro que daría unas descripciones más concretas de las características específicas de las clase en determinadas sociedades.

Por último, el tercer conjunto de factores concierne al análisis de las clases en el capitalismo y es en el que Marx soportó su teoría sobre la lucha de clases, basada en la explotación a la que están sometidos los estratos más bajos de la sociedad por los más altos, entendiendo a estos últimos como los que poseen los medios de producción.

Marx afirma que las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época y, a su vez, esta clase es la que posee los medios para la producción material y a ella se someten los que no tienen los medios necesarios para producir ni material, ni espiritualmente.

Pero también asegura que cuando una clase consigue pasar de clase dominada a clase dominante adquiere los vicios que tenia la anterior, efectuando una total reorganización de la estructura social. Es en esto en lo que se basa para dar una explicación al por qué deben desaparecer las clases sociales para finalizar así con los conflictos que se originan en las sociedades industrializadas con régimen capitalista.

Marx declaró que no fue él quien descubrió la existencia de las clases, sino que probó que la existencia de éstas está ligada a determinadas etapas del desarrollo de la producción, que la lucha de clases lleva a la dictadura del proletariado y que ésta constituye la transición a una sociedad sin clases. El concepto de clase fue en cierta medida el punto de partida de toda la teoría marxista, pues su descubrimiento del proletariado como una nueva fuerza política en lucha por su emancipación le condujo al análisis de las estructuras económicas de las sociedades industriales.

Posteriormente fue ampliada la idea del conflicto de clases como fuerza impulsora de la historia. Ya en el "Manifiesto Comunista" decía textualmente: "la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases".
En el análisis que hace Giddens de las clases en Marx, parece más preocupado en justificar que el término clase es utilizado de manera ambigua que en explicar la teoría de las clases, que concluye con la lucha entre éstas para estabilizar la sociedad y llegar a un sistema social justo para todos. Esto resulta bastante útil para concluir que las tesis marxistas son utópicas e inaplicables en los sistemas actuales. Teoría no tan desacertada, pero que debería tener también en cuenta que posiblemente el error no se encuentra en esta teoría, si no en la aplicación que se le ha dado a lo largo de la historia.

Los sistemas comunistas que pretendían voluntad de aplicarla se planteaban unos tiempos transitorios de ajuste tan largos que apenas se podía intuir, y menos visualizar, su advenimiento.

En sus teorías, Marx planteó y desarrolló también la tesis de la alienación a la que se encontraban sometidos los trabajadores de las fábricas. Son éstos los que elaboran los productos con los que posteriormente se enriquecen los propietarios de los medios de producción. Esto se da dentro del sistema capitalista, que es principalmente clasista.

Pero la mera supresión de la división clasista, mediante la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, no destruiría todas las fuentes del antagonismo social, sólo las más importantes, debidas a los diversos grados de control de la apropiación del excedente.

EL TRABAJO, MERCANCÍA DE MERCADO
En el sistema capitalista, el trabajo se considera igual que cualquier otra mercancía, es un producto que se compra y se vende en el mercado. Por lo tanto, podemos explicar la plusvalía haciendo referencia al hecho de que, como la fuerza del trabajo obrero es una mercancía, su costo de producción puede calcularse exactamente igual que el de cualquier otra mercancía. Y subirlo o bajarlo en función de la oferta. (Esto lo tienen más que integrado los partidos socialistas de la Tercera Vía). Marx entendía la plusvalía como el valor producido por el conjunto de los trabajadores en el modo de producción capitalista durante el tiempo de sobretrabajo, efectuado más allá del trabajo necesario para la producción y el mantenimiento de la fuerza de trabajo.

En "El Capital", Marx aboga por la creación de sociedades anónimas laborales (capitalismo sin capitalistas), ya que conducen a la abolición del modo de producción capitalista dentro del propio modo de producción capitalista. Con ellas no se llega realmente al socialismo, ya que este tipo de sociedades opera dentro del mercado capitalista, pero constituyen un conjunto de relaciones de producción totalmente distintas a las originales del capitalismo.

A medida que avanza el capitalismo, la línea que separa la pequeña burguesía de la clase proletaria se difumina hasta que finalmente desaparece englobándose los pequeños burgueses en el proletariado, creándose una clase obrera cada vez más homogénea.

Marx justifica este fenómeno principalmente por la tendencia a la mecanización, estimulada por el impulso que da el capitalismo hacia los avances tecnológicos, que causa como fenómeno inmediato la desaparición del trabajo especializado, ya que su tarea es asumida por una máquina. Esto hace que una gran parte de los obreros pierdan sus trabajos y formen el llamado ejército de reserva, que representa el foco principal de la pobreza absoluta, de la miseria, que crea el capitalismo.

Según Giddens, las teorías de Marx deben ser completadas con las teorías de Max Weber, que realiza una importante crítica a las ideas marxistas.

Mientras que para Marx el paso del capitalismo al comunismo era algo que sucedería seguro, Weber lo reconoce como algo que puede ocurrir en un futuro probable, pero que extiende y completa las tendencias del capitalismo en lugar de crear una forma totalmente nueva de organización social.