martes, 26 de abril de 2011

La construcción social de la realidad

Por: Diane Alméras, Universidad de Chile, Cyber 19 #1

La construcción social de la realidad

Al respecto, Peter Berger y Thomas Luckmann (1968) plantean la pregunta. "¿Cómo es posible que los significativos subjetivos se vuelvan facticidades objetivas?" como la cuestión central de la teoría sociológica, incluyendo en el mundo de las cosas a los universos simbólicos, es decir a los procesos de significación que se refieren a realidades que no son las de la experiencia cotidiana. Para ellos, "el universo simbólico se concibe como la matriz de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales (mientras) toda la sociedad histórica y la biografía de un individuo se ven como hechos que ocurren dentro de ese universo. Lo que tiene particular importancia es que las situaciones marginales de la vida del individuo (marginales porque no se incluyen en la realidad de la existencia cotidiana en la sociedad) también entran dentro del universo simbólico" (p.125). Son productos sociales que tienen una historia y para entender su significado "es preciso entender la historia de su producción".

Asimismo, los universos simbólicos aportan al orden institucional porqué las experiencias que corresponden a las esferas diferentes de la realidad - desde la experiencia biográfica hasta las instituciones sociales - "se integran por incorporación al mismo universo de significado que se extiende sobre ellas. Por ejemplo, el universo simbólico determina la significación de los sueños dentro de la realidad de la vida cotidiana, que reestablece a cada momento la situación prominente de esta última y mitiga el impacto que acompaña el paso de una realidad a otra. Las áreas de conocimiento que de otra manera seguirían siendo reductos ininteligibles dentro de la realidad de la vida cotidiana, se ordenan así en una jerarquía de realidades, e ipso facto se vuelven inteligibles y menos aterradoras" (p.127). Así, los universos simbólicos tienen una función nómica, ordenadora, ofreciendo a los sujetos "el más alto nivel de integración a los significados discrepantes dentro de la vida cotidiana en la sociedad" (p.128).

Los autores exploran también el problema de la transmisión de un universo simbólico de una generación a otra, y cómo este problema intrínseco a la transmisión de toda tradición se acentúa si algunos grupos sociales llegan a compartir versiones divergentes del universo simbólico. En este caso, "la versión que se desvía queda estereotipada en una realidad por derecho propio, la que, por existir dentro de la sociedad, desafía el status de la realidad del universo simbólico tal como se constituyó originariamente. El grupo que ha objetivado esta realidad divergente se convierte en portador de una definición de la realidad que constituye una alternativa" y plantea "no solo una amenaza teórica para el universo simbólico, sino también una amenaza práctica para el orden institucional legitimado por el universo simbólico en cuestión" (p.137), amenaza que justamente quiere evitar la exclusión de la memoria de las mujeres.

Los significados del imaginario y la constitución de la sociedad

El hecho que la función imaginaria haya generado tanto interés en distintas corrientes de las ciencias 3 sociales en el último siglo es sólo un ejemplo más de la "coherencia misteriosa" que une "el incalculable número de gestos, actos, pensamientos y comportamientos individuales y colectivos que forma una sociedad" - y constituye el objeto de estudio de dichas ciencias. Entre todas las propuestas explicativas que se presentan, los trabajos de Cornelius Castoriadis se distinguen por el lugar central que dan a la imaginación en la constitución de la sociedad y por el rigor de la demostración, la cual se apoya sobre una primera distinción entre la Imaginación radical identificada como función creativa/productiva y el imaginario concebido como repertorio de las imágenes vigentes en la consciencia/inconsciencia colectiva.

En La Institución imaginaria de la sociedad, Castoriadis afirma la unidad de la sociedad como institución global y demuestra que esta unidad refleja la cohesión interna de la red inmensamente compleja de significados que permea, orienta, y dirige la vida de la sociedad tanto como aquella de los individuos concretos que la integren. El llama esta red de significados el "magma" de significados sociales imaginarios, los que además de ser llevados por la sociedad, están encarnados en sus instituciones y le dan vida.

Castoriadis define la psique y la sociedad como polos irreductibles y demuestra que la monada psicológica original no puede por sí sola producir significación social. Explica que es por la creación de significados sociales imaginarios, los que no pueden ser deducidos de procesos racionales o naturales, que la sociedad se instituye a sí misma - aún cuando de manera inconsciente y sin poder reconocerlo. Ejemplos de estos significados son Dios, la ciudadanía - y sus diferencias según que se trata de aquella de las mujeres o de los hombres -, el estado, el partido político, el capital, los tabús, etc. También son significados sociales imaginarios, los conceptos de hombre y mujer por el hecho de ser específicos a cada sociedad, más allá de su anatomía y de sus definiciones biológicas.

El imaginario social tal como concebido por Castoriadis no es la representación de ningún objeto o sujeto. Es la incesante y esencialmente indeterminada creación socio-histórica y psíquica de figuras, formas e imágenes que proveen contenidos significativos y lo entretejen en las estructuras simbólicas de la sociedad. No se trata de contenidos reales o racionales que adquieren una vida autónoma sino más bien de contenidos presentes desde el inicio y que constituyen la historia misma, sugiriendo la necesidad de reexaminar en este marco la historia de nuestras civilizaciones humanas. Así, escribir la historia de cualquier imaginario social sin el aporte de la memoria de las mujeres correspondería a mutilarla sin remedio. Por ejemplo, como entender la evolución de nuestras sociedades sin los contenidos significativos desarrollados en el mundo privado adjudicado a las mujeres? Quien podría entender las estructuras simbólicas y las instituciones de nuestras sociedades con el único aporte de las imágenes del mundo público históricamente dominado por los hombres?

Aún cuando no pretende implicar que las instituciones pueden ser entendidas simplemente como redes simbólicas en desmedro de sus otras funciones, Castoriadis examina las relaciones entre instituciones y orden simbólico y cuestiona las razones por las cuales se encuentra involucrado un determinado sistema de símbolos y no otro. Así, las instituciones tanto como el lenguaje, los valores, las necesidades y el trabajo participan en cada sociedad a especificar la organización del mundo y del mundo social, la cual se relaciona a los significados sociales imaginarios institucionalizados por esta misma sociedad. La realidad de una sociedad dada se constituye por medio de la sinergia entre lo que tiene valor y lo que no tiene, entre lo que es y lo posible que no pudo ser, incluyendo a lo falso y a lo ficticio. La memoria individual y colectiva de las mujeres está presente en todos estos esquemas de significación, transformando la realidad de nuestras sociedades y de sus instituciones independientemente de su presencia o de su ausencia en los registros históricos.

Las variaciones en la articulación de las imágenes presentes en el imaginario lleva a la formación de un segundo orden (second-order) de instituciones y de significaciones, las que a su vez sostienen la institucionalización de un conjunto central de significaciones de la sociedad sin el cual no podrían existir (Castoriadis, 1998:371). Así, la división sexual del trabajo es una institución de segundo orden relacionada con el imaginario patriarcal y sin la cual no habría patriarcado. El funcionamiento y la continuidad de la sociedad como sociedad instituida están asegurados por medio de estas instituciones de segundo orden, las que generan una proliferación de instituciones y significaciones derivadas - vale decir las instituciones tales como las conocemos en la vida diaria.

La observación de la evolución de estas instituciones derivadas da cuenta en las últimas décadas de la creciente incorporación de la memoria de las mujeres en el imaginario de nuestras sociedades - impulsada por el movimiento de mujeres y los estudios de género -, la que se expresa por medio de la creación de una red de instituciones orientadas hacia el fomento de la igualdad de las mujeres (como el Servicio Nacional de la Mujer, la Ley contra la violencia sexual o la Campaña de las Sonrisas de Mujeres), generadas por una institución de segundo orden, el feminismo, cuya expansión en todas las sociedades del mundo representa la emergencia de un nuevo conjunto de significaciones en el imaginario social de la humanidad: la igualdad de género.

BIBLIOGRAFIA
Berger, Peter L. y Thomas Luckmann, (1968), La construcción social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu Editores.

Biesanz, John y Mavis Biesanz, (1969), Introduction to Sociology, Prentice-Hall Sociology Series, Prentice-Hall Inc., Englewood Cliffs, New Jersey.

Castoriadis, Cornelius, (1998), The Imaginary Institution of Society, Cambridge (Massachusetts), The MIT Press (primera publicación en 1975).

Durkheim, Emile, (1968), Les formes élémentaires de la vie religieuse. Le système totémique en Australie, Bibliothèque de philosophie contemporaine, París, Presses Universitaires de France (primera publicación en 1912).

Habermas, J, (1989a), Teoría de la Acción Comunicativa, Vol. I, Taurus, Madrid, Introducción, (pp. 15-43 y pp.110-147).

Mannheim, Karl, (1987), Ideología y Utopía. Introducción a la sociología del conocimiento, México, Fondo de Cultura Económica (primera edición en alemán, 1936).

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