martes, 26 de abril de 2011

La "Teoría de la estructuración" y la investigación en las ciencias sociales

Ronaldo Fabiano dos Santos Gaspar, Universidad Estatal de Campinas

En la concepción de Giddens, además de producir explicaciones abarcativas de la sociedad, una de las principales tareas de la teoría social es:

"proveer concepciones de la naturaleza de la actividad social humana y del agente humano que puedan ser puestas al servicio del trabajo empírico. La principal preocupación de la teoría social es idéntica a la de las ciencias sociales en general: la elucidación de los procesos concretos de la vida social (ibid.: XIV)".

Y para la elucidación de esos procesos, afirma que los análisis institucional y de conducta deben ser necesariamente completados "con una concentración [analítica] en la dualidad de la estructura" (ibid.: 235) pues para la correcta explicación de los procesos sociales, a través del trabajo empírico el cientista social no puede solamente aprehender las regularidades de tales procesos -regularidades que le dan un cierto grado de previsibilidad-, sino que debe buscar comprender las efectivas motivaciones de los agentes en el desencadenamiento de sus acciones -lo que significa comprender "los modos como los actores sociales se apoyan en las propiedades estructurales para la constitución de relaciones sociales" (ibid.: 234), so pena de incurrir en un análisis funcionalista, eliminando las individualidades (y la agencia que les es característica) de la vida social.

Para desarrollar sus tesis sobre el papel de la teoría social y los fundamentos de la investigación empírica, Giddens analiza algunas investigaciones realizadas por estudiosos de diversas áreas, buscando develar sus aspectos positivos y negativos para ir delineando, a través de este análisis comparativo, los fundamentos teórico-analiticos que deben orientar las investigaciones de los cientistas sociales de acuerdo con la teoría de la estructuración. En este contexto, tejiendo una crítica implícita al positivismo y haciéndose eco de la visión totalizante del ser social (característica del pensamiento marxista), enfatiza la necesidad de establecer un amplio diálogo e interconexión entre las diversas ciencias sociales, dado que la retracción de cada una de ellas a sus especialidades dificulta mucho (para no decir que imposibilita) develar efectivamente los rasgos esenciales de las prácticas (re)productivas individuales y colectivas de la vida humana. Y, para concretizar su concepción de la investigación social, que ciertamente satisface a innumerables adeptos de las prácticas didáctico-pedagógicas que priorizan la interdisciplinariedad, en una nota crítica al final del sexto capítulo del libro, el sociólogo inglés analiza las relaciones existentes entre historia y hermenéutica, historia y geografía y geografía y sociología, demostrando la imposibilidad de analizar el tiempo y el espacio descontextualizados entre sí y desconectados a su vez de las relaciones y de las motivaciones de los agentes sociales.

Conclusión

La teoría de la estructuración es, por tanto, un emprendimiento teórico grande, complejo y bien construido. Se constituye, según nuestro punto de vista, en relación con sus objetivos: balance de las teorías clásicas, crítica al pensamiento marxista y elaboración de una teoría social que reconstituya adecuadamente la relación entre individuo y sociedad, en una empresa similar a la que alumbró Habermas años atrás, con su libro La Teoría de la Acción Comunicativa. Además, la semejanza con la obra del filósofo alemán no termina allí, pues se extiende a un cierto "eclecticismo" teórico de ambos pensadores, que en la construcción de sus (meta)teorías se apropian de tradiciones filosóficas y sociológicas tan distintas como el marxismo y la filosofía del lenguaje, la teoría parsoniana y el interaccionismo simbólico, entre otras.

Pero a pesar de su grandiosidad, en el contexto de algunas interpretaciones (de otros autores) y elaboraciones del mismo Giddens que no nos satisfacieron, en la teoría de la estructuración hay sobre todo un aspecto que nos llamó mucho la atención: se trata del abordaje lineal y homogeneizante (a-histórico) del complejo rol de las actividades humanas. A nuestro entender, en sus elaboraciones Giddens no hace distinción alguna de los niveles ontológicos de la praxis social ni analiza tampoco sus orígenes, omitiendo las características específicas y, por tanto, las diferencias existentes entre el trabajo y las otras actividades constitutivas de la praxis humana. Omite por lo tanto el hecho sociológico decisivo de que, en tanto la praxis laborativa funda el ser social, separándolo de la animalidad, las otras formas de la praxis humana:

"tienen, esencialmente, ya un carácter social -sus propiedades y sus modos de operar solamente se desdoblan en el ser social ya constituido; cualesquiera de sus manifestaciones, aunque sean muy primitivas, presuponen el salto [ontológico, del ser orgánico al ser social] como ya ocurrido" (Lukács, 1981:3)".

En suma, omite el carácter fundante y fundamental del trabajo, que es la actividad sobre la que se levanta todo el complejo societal o, mejor, sobre el cual se levantan todas las formas de la praxis social que, estando contenidas in limine en la misma praxis laborativa, solamente se manifiestan de manera plena a través del desdoblamiento intensivo y extensivo, dentro y fuera, de la misma. Con esto, además de ocultar esas características centrales del trabajo (corresponder a las actividades mediadoras entre los hombres y la naturaleza y fundar/fundamentar el ser social) detrás de acciones abstractas, Giddens también lo saca del centro del análisis social (y sociológico) disolviendo en el análisis de las acciones en general (acciones en abstracto) el análisis de los modos de (re)producción de la vida material . Haciendo esto, retrocede casi dos siglos en el análisis social o, por lo menos, hasta antes de la revolucionaria constatación de Marx y Engels, que aseveraron que:

"la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, "para hacer historia", en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más (...) Por consiguiente, lo primero, en toda concepción histórica, es observar este hecho fundamental en toda su significación y en todo su alcance y colocarlo en el lugar que le corresponde. (Marx & Engels, 1987: 39-40)".

Desde nuestro punto de vista, por no atender a las cuestiones arriba planteadas en su teoría de la estructuración, Giddens plantea un análisis sobre la diferencia entre conflictos y contradicciones que (a diferencia de la concepción marxista) no tiene el mismo énfasis analítico en los aspectos estructurados y estructurantes de la esfera del trabajo, subvalorizando así sus implicaciones en las relaciones entre agencia y coerción en los procesos de reproducción y transformación individual y colectiva. En definitiva, la subvaloración de esa esfera en la configuración del ser social es seguramente la causa de que su análisis sobre la contradicción en las relaciones sociales (Giddens, 1989: 256-9) y específicamente de las contradicciones en las sociedades contemporáneas, haga coro a los análisis de Claus Offe sobre la "desmercantilización" de amplias ramas de servicios y de la fuerza de trabajo. Abdica así de la elucidación de las contradicciones estructurales del capital y de sus repercusiones sobre la totalidad social, contradicciones que, incluso en las condiciones de enrarecimiento de la lucha de clases de posguerra, generaron (y generan) consecuencias extremadamente perversas para el ser social (y natural).

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